Mucho se ha hablado desde que en 1995 Goleman asentara el término Inteligencia Emocional en la práctica empresarial, pero poco se ha trabajado (en España) una implementación eficaz de todas las habilidades que se supone implica su práctica.
Puede decirse que sólo el Dr. Bisquerra avanzó algo en esa pedagogía, pero de eso hace ya también unos cuantos años.
Es por ello por lo que me he propuesto actualizar alguno de esos capítulos, por otro lado, muy acertadamente escogidos, incorporando algo de psicología humanista (Gestalt Claudio Naranjo) Comunicación no violenta (Marshall Rosenberg) o Mindfulness (J. Kabat Zinn) a su debido tiempo.
De ahí ha surgido un Curso que está teniendo muy buena acogida porque nos permite trazar un mapa muy rico sobre nuestra personalidad y afinidad para establecer de manera consciente o inconsciente, cierto tipo de vínculos y dinámicas de equipo (no siempre fluidas y acertadas)
A título de mero enunciado la propuesta se basa en trabajar…
- La autopercepción. Cómo equilibrar autoestima y autoexigencia para evitar entrar en el piloto automático de respuesta reactiva.
- La expresión. Cómo aprender a poner límites para generar confianza, motivación, compromiso y sentido de pertenencia.
- La conexión. Cómo hablar varios “idiomas emocionales” para poder sintonizar mejor con todo tipo de interlocutores.
- La decisión. Cómo conjugar empatía y asertividad para ganar en vínculo, claridad, concreción y eficacia en la toma de decisiones.
- La satisfacción. Cómo abordar la gestión del conflicto, y atajar el estrés, la ansiedad y la angustia en el trabajo.
Cinco sesiones que acaban redundando en una transformación de equipos y empresas antes sólo obsesionadas con la más cortoplacista productividad o la más efímera motivación. Y es que las emociones y actitudes llevan un ritmo particular. Si se las fuerza, empeoran, pero si se las acompaña con tacto, maduran y fructifican en vergel.
Como muchos sabéis por propia experiencia ahora está de moda la metodología AGILE basada en el pequeño equipo, la diversidad y la independencia, pero no son pocos los fracasos y decepciones que he visto yo al querer implementar cambios culturales de ese calado sin una labor previa de saneado de base. Y es que sin inteligencia emocional nos vamos al desastre digital como ya augura mi querido Byung-Chul Han en su nuevo libro No-Cosas.
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