Acompañar no es “salvar”
Lo vimos en el último post: acompañar no es “salvar”, acompañar al otro en la resolución de un conflicto o problema pasa por no enseñar ni sentar Cátedra, sino por ese invitar a “darnos cuenta” de lo obvio que es tan propio de la Gestalt. Y para darnos cuenta muchas veces basta con que alguien nos escuche y nos refleje la síntesis nuclear de lo que estamos diciendo.
Cuando conseguimos que nuestro interlocutor diga:
- Sí, eso es.
- Eso es exactamente lo que quería decir.
- Sí, además…
- Sí, porque…
- Claro, es que…
- En efecto, pues…
Eureka!! Estamos abriendo camino para que el que habla avance. Todas estas expresiones son señales de que estamos acompañando sin inferencias, deducciones ni “intuiciones” sobre lo que creemos que siente el otro, e invitan a la creciente apertura de nuestro interlocutor a profundizar en el tema, acercándonos así a una mayor conciencia, siempre vecina de la resolución.
Pero como ya advertimos con anterioridad esto que sobre el papel es tan simple y aparentemente fácil, esconde una práctica que demuestra entreno en el ejercicio de cuatro virtudes fundamentales:
- La humildad. Para evitar el “Yo sí sé. Tú no sabes.” que desacredita al interlocutor.
- La empatía que demuestra simpatía emocional y al mismo tiempo sintonía racional con el otro, teniendo muy presente que “es más importante avanzar y acompañar que tener razón.”
- La autenticidad que nos alienta a no ofrecer soluciones fantasiosas, sino a demostrar realismo y coherencia entre lo expresado y lo experimentado.
- La madurez que nos permite sentirnos suficientemente seguros de nosotros mismos como para no tener que resultar paternalistas ni proselitistas, ya que nuestro objetivo es reforzar la capacidad de reflexión y acción del otro, no demostrar su incompetencia.
Franz Jalics no deja de repetirnos que la persona es más importante que el problema, puesto que no hay solución sin evolución.
Acompañar no es identificarnos plenamente con el “drama” del otro, pero sí hacernos cargo de su vivencia en toda su extensión.
Acompañar es dar fe de nuestra amistad, no querer salvar a nadie para demostrar nuestra “gran valía” en ver la paja en el ojo ajeno.
Foto de Dan Cristian Pădureț en Unsplash
Interesante
Gracias