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Autoestima, prepotencia y pasotismo.

La sociedad de consumo nos aboca a un yo ideal que choca frontalmente con lo real, y eso hace que la sensación de insuficiencia, de no dar la talla, de no ser lo que deberíamos ser, sea algo muy corriente. Consecuencia de ello es que no sólo nuestra autoestima esté por los suelos, sino que nuestra capacidad de frustración esté hundida aún más abajo.

Pero ¿Qué es lo que alimenta nuestra estima? ¿La adulación? ¿El sentido de pertenencia a una sociedad consumista abocada al desastre ecológico y económico? La estima cimentada en eso nos lleva a la prepotencia, la pedantería y el pasotismo, no a la autoestima.

La autoestima, como su propio nombre indica, nos la otorgamos nosotros mismos, siempre que seamos honestos. Porqué podemos engañar a otros (aunque sea por poco tiempo) pero a nosotros mismos la mentira nos llega ya descargada de poder.

Entonces, la pregunta pasa a ser ¿Qué es lo que no permite que nuestra autoestima se autorregule y se nutra simplemente del trabajo bien hecho?

Los expertos nos hablan de 4 principales motivos:

  1. Creencias heredadas sobre nosotros mismos que son lastre por resultar obsoletas, aunque no nos demos cuenta si no les prestamos mayor atención. Cabe ahí preguntarnos: ¿Son ciertos esos mandatos parentales que nos marcaron de pequeños? ¿Hay evidencia real, actual, para reconocer nuestra supuesta incapacidad o insuficiencia?
  2. “Pepito grillo” gruñón y siempre despreciativo que repite y repite la cantinela desesperante. La pregunta entonces es ¿Le diríamos esto a nuestro mejor amigo? ¿Es este pensamiento útil para mi en este aquí y ahora?
  3. “Tóxicas comadrejas” que nos acompañan sólo para proyectar sus miedos en nosotros y aparentar ellas una falsa autoridad y seguridad. ¿Qué las hace importantes para nosotros? ¿Son realmente referentes para mí? ¿Quién les otorga ese poder?
  4. Falsas expectativas o enfermizos apegos dependientes que son pura ilusión idealista, fantasías creadas por otros, o incluso por nosotros mismos, que desaparecen en cuanto las cuestionamos. ¿Qué hay de cierto en esa necesidad mía? ¿Cuáles son los hechos probados y qué parte corresponde a una particular interpretación que no se corresponde con la realidad?

Frente a todo ello 4 pasos a tener presentes a fin de transformar el ¿Por qué no soy capaz de…? que nos arruina la motivación, en un ¿Cómo puedo yo afrontar mis resistencias para conseguir lo que realmente quiero?:

  1. Afronta tus miedos. Pregúntate cual es en realidad el freno que te impide avanzar. Casi nunca coincide con el que expresamos abiertamente para sacarnos el tema de encima. Recuerda que mantener un objetivo sin afrontar consume tanta o más energía que afrontarlo.
  2. Sé honesto contigo mismo. Deja de repetirte que no puedes. Actualiza tu potencial. Nada es como antes. No esperes que nada te caiga del cielo. Ahora es el momento. La oportunidad te está esperando. No la dejes pasar.
  3. Redefine tus objetivos y márcate un plan personalizado de ataque. El papel lo aguanta todo, pero para construir una casa hace falta poner ladrillo sobre ladrillo. No fantasees. Sé ambicioso en tu propósito y humilde en tu próxima meta. Un buen reto está ligeramente por encima de tu habilidad demostrada, pero no lejos de ella. No te presiones más allá de lo necesario. Mira lo que puedes sostener.
  4. Concreta un compromiso de meta volante y ponte a ello de inmediato. Si sabes que sólo lo concreto motiva, entra en detalles: ¿Qué es exactamente lo que pretendes en tu próximo paso? ¿Cuándo y cómo lo vas a a dar? ¿Qué te demostrará que vas por el buen camino?

Y eso es todo, porque si estás convencido de que vas por buen camino, ya eres persona feliz. ¿No es eso suficiente para ti?

Foto de Jen Theodore en Unsplash

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