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De la atención a la “iluminación” y no tiro porque me toque.

Dicen que la Gestalt es la terapia del “darse cuenta” y coincido con ello. Todo empieza por prestar atención y tomar conciencia. Dejar de alienarnos constantemente por lo que nos llama la atención, y prestar voluntariamente sólo nuestra energía a lo que verdaderamente nos interesa.

Ahí se produce un salto cuántico (Jjjj) de insospechadas consecuencias. Porque al prestar voluntariamente nuestra atención a algo estamos creando nuestra propia realidad (que posiblemente poco o nada tenga que ver con la del vecino) Con ello habremos descubierto la más primaria fuente de nuestra libertad y, consecuentemente, de nuestra responsabilidad, que no es poca cosa.

Sin ese cambio de chip “vivimos en la cabeza” y de piloto automático, en un fantasioso mundo de idealizaciones que catalizan ideologías en base a creencias y prejuicios en su mayoría heredados para ser repetidos o polarmente contrariados. Un mundo en el que la atención es mercancía para los especuladores del pensamiento (desde las redes sociales a las marcas comerciales pasando por el debate político y/o el Big Data)

Prestar atención cambia actitud. Dejamos de estar siempre en modo reactivo, invasivo o manipulativo, y damos espacio al dejarnos sentir antes de responder. Mmm… y cuanto se agradece la escucha empática que atiende no sólo a palabras sino también, y prioritariamente, a la energía que subyace en ellas. La escucha empática es prólogo inexcusable de una respuesta sentida, emitida desde el corazón, desde la necesidad y no desde la urgencia y la exigencia.

Poco a poco, casi sin darnos cuenta (Jjjj) ese cambio de actitud frente al otro va haciendo mella, y nos permite atender nuestro dialogo interno de idéntica manera. Lo que era “amabilidad” se transforma en “aceptación” de nuestros deseos y dolores, y por ende en una mayor autenticidad cara al prójimo y una mayor honestidad cara a uno mismo. Las creencias van madurando en flexibles convicciones y todo va redundando en poder diferenciar mejor “lo que es mío, de lo que es tuyo” en cualquier interrelación, de manera que se dan límites más claros y vínculos más limpios.

Y, lo más importante, sin mayor esfuerzo, todo ello hace que se nos acerque la gente más saneada y se aleje la gente más tóxica (puesto que perciben claramente que no vamos a entrar ya más en sus juegos psicológicos)

A eso le llamo yo “iluminación”. Nada esotérico, nada místico en su raíz. Simplemente ser auténtico, ser de verdad, y el “Nirvana” llega sin buscarlo. (Jjjj)

Photo by Juli on Unsplash

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  1. ¡Manuel!

    ¡he sido tu inspiración a la hora de escribir este artículo! La escucha empírica, la respuesta no reactiva, todo…aunque aún introduces algunas disgresiones que poco ayudan, vas encontrando el camino…nunca es tarde, me encontraste porque me necesitabas…jejeje
    ¡Me encanta!

    1. Los caminos del señor son inescrutables, Narciso. Jjejej

  2. Al final, iluminación no es más que arrojar Luz. El ser más iluminado de la tierra es siempre aquel que está encontrándose a sí mismo , porque es un camino ,no un objetivo. Algo que me ha resonado de tus palabras; La escucha , cuando te sientes escuchado sientes que alguien te atiende y si eres un poco despierto empiezas a entender que la necesidad de escucha no viene del otro, sino de ti mismo, que a menudo ante personas en las que confías abres canales verbales que no te atreves a abrir contigo porque son demasiado dolorosos. Y ahí asoma el autoconocimiento y el atenderte; La Luz que pone claridad a lo que no dejabas que se viera. La Iluminación.

    Gracias Manuel! 💘

    1. Eso es, Esther. La luz reflejada en el otro nos ilumina pensamiento, emoción y vida. Al hablar, al expresarnos, ordenamos nuestras ideas y surgen nuevos pensamientos. Pero al conversar con el otro podemos apreciar una perspectiva más variada, cristalina y multicolor, que trasciende nuestro ensimismamiento y nos abre a otro nivel de entendimiento.
      Ahí, en el juego de luces y sombras, propias y extrañas, nace la atención plena, el escuchar sin filtros, el hablar sin ruido, el Ser sin ego.
      Todo un camino, todo un proceso, como tú muy bien dices.