El hábito hace al monje.
Los hábitos son el interés compuesto de la superación personal. Es decir, los efectos de nuestros hábitos no se suman, sino que se multiplican en la medida en que los repetimos.
Pero… desafortunadamente, el lento ritmo de esa transformación personal también hace muy fácil el retroceso, especialmente porque tendemos a ignorar la “brecha del desaliento” que se da al inicio de cualquier cambio dado que hay un “coste de arranque” que hace que el esfuerzo inicial no se corresponda equitativamente con el resultado obtenido. Y el estirón exponencial de la ganancia sólo se da superada esa brecha.
Esta necesidad de compromiso, determinación y constancia se refleja también en la consabida fórmula Schopenhauer, en la que se establece que “la Satisfacción es igual a los Resultados menos las Expectativas”, por lo que resulta clave el modular esas expectativas y moderar los pasos a un ritmo asequible para poder superar ese “break even point” en el que los beneficios ya superen al esfuerzo implicado.
Resulta fundamental en todo este proceso el olvidarse de las metas y concentrarse en el propósito y la dirección. Pensar en la meta apunta a la idealización, la ilusión, las grandes expectativas sin equivalente mención del trabajo necesario, y consecuentemente nos conduce a la mencionada decepción al llegar a la “brecha del desaliento”.
Ganadores y perdedores comparten las mismas metas, entonces ¿Qué los diferencia?
El modo de afrontar el reto de cambio:
- Foco en la Meta (Objetivo ideal) >> Ambición de progreso (que choca con la “brecha de desaliento”) >> Decepción (por no alcanzar las expectativas a corto plazo) >> Creencia limitante. (“Soy un inútil. Esto me va grande, no es para mí”)
- Foco en el Presente (Acción => Actividad más inmediata) >> Convicción en el proceso (Creencia estimulante) >> Filosofía de entreno >> Sinergias por una lenta mejora continua (que retroalimenta el proceso de cambio)
Mmm… ¿Dónde está pues el diferencial clave? En las creencias.
Los cambios basados en resultados (y muchas veces fallidos) van de fuera a dentro: Metas > Proceso > Creencias
Los cambios basados en convicciones van de dentro a fuera: Identidad > Proceso > Resultados
¿Y tú? ¿Dirías que eres alguien confiable cuando emprendes un proceso de cambio? ¿Repasas tus verdaderas creencias sobre ti mismo antes de empezar? ¿Estás convencido de adquirir ese compromiso para superar la brecha del desaliento? ¿Quieres realmente convertirte en esa “otra persona” a la que aspiras? ¿Hasta qué punto?
Recuerda que, si todo lo confías a la fuerza de voluntad las probabilidades de efecto rebote, procesos yo-yo… son muy altas. Sólo si quieres convertirte en otro “saco de creencias”, menos limitantes y más estimulantes, parece que haya verdadera opción de cambio consolidado a medio/largo plazo.
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