El triángulo dramático, desdramatizado.
Bien conocido es el Triángulo dramático de Karpman como uno de los juegos psicológicos más frecuentes en las relaciones sociales.
Podría decirse que todos, en algún momento, jugamos el rol de “salvador”, “perseguidor” o “víctima” aunque desconozcamos que da igual la posición que ocupemos, porque, invariablemente iremos luego alternando posturas dentro de ese espacio a lo largo del tiempo.
De todas formas, el corolario de matización a lo anterior es que, sí es cierto que “todos” tenemos cierta propensión a entrar en juego desde uno u otro extremo.
¿Quién no se reconoce como recalcitrante victimista? ¿Quién no se descubre “salvando” a todo dios? ¿Quién no advierte su faceta castigadora, con los otros, o consigo mismo? Y no sólo eso, si no que en función de dónde nos coloquemos (Oh! Qué casualidad) toparemos una y otra vez con “jugadores” propensos a la otra demarcación. Es lo que en términos de Análisis Transaccional (Eric Berne) se llama guion de vida: patrón de repetición, que no destino de malagüero.
Pero quisiera aprovechar este foro para hablar de lo que en mi opinión hay detrás de cada una de estas figuras. Detrás del “salvador” parece que se esconde una mala gestión del MIEDO. Detrás del “perseguidor” deficiencias en la administración de la RABIA. Y detrás de la “víctima” un enfermizo apego a la TRISTEZA.
Raíces que se evidencian en la intensidad con que el primero da CONSEJOS, el segundo CONFRONTACIONES aleccionadoras y el tercero busca CONSUELOS.
Pero, en fin, la pregunta no deja de ser ¿Cómo podemos ayudar (o ayudarnos a nosotros mismos) si nos descubrimos frecuentando alguno de estos tres roles?
Mi sugerencia es dejar de contarnos oscuras “pelis de malos” y abrir tres puntos de luz:
- Transformar nuestro papel de víctima en protagonista. ¿Qué podemos hacer para “salir del hoyo” cuanto antes?
- Invitar a los “salvadores de la patria” a convertirse en simples “acompañantes de reparto” ¿Cómo podemos andar juntos sin tantas palabras, rigideces ni supremacías?
- Poner límites a los “perseguidores de la verdad” para hacerles ver que “la vida no es un western”, que “sin el maquillaje” de la perfección, todo es menos de “cartón piedra” Y que cada uno crea su verdad según percibe su realidad ¿Qué te voy a contar que tú no sepas?
Los sabios dicen que “fuera del cine” no hay “pelis de buenos y malos” sino vida a disfrutar y oportunidades para aprender. Salgamos pues de una vez fuera de la sala donde proyectamos ese juego psicológico para poder vivir y dejar vivir como Dios manda.
Foto de Alex Woods en Unsplash
¡Muy esclarecedor! Y como telón de fondo, la necesidad de hacernos responsables de lo que nos pasa, si es que queremos ir a un sitio diferente al que estamos. Para cuando estemos en el papel de “salvadores”, siempre me acuerdo de lo que me enseñaron una vez: “Toda sobre protección es una agresión encubierta”. Toma ya.
Muchas gracias Antonio.
Totalmente de acuerdo, sin responsabilidad todo parece culpa que se baquetea de uno a otro.
Pero “salvar”, sobreproteger, pretender “hacer el trabajo del otro” no ayuda, sino que entorpece el crecimiento de ambos: “salvador” y “salvado”
Como decía aquel “No le des pescado si puedes darle caña de pescar”.
pues no lo veo así, afortunadamente hay una verdad que, entre otras cosas, y sin adentrarnos en terrenos profundos, sino sólo en una mera superficialidad, nos permite salir a la calle, bajado por las escaleras o cogiendo el ascensor, confiamos en que uno u otro funcionan y nos llevan a donde queremos, las calle están puestas (jejeje), compramos alimentos que no nos envenenarán, abrimos el grifo y sale agua, encontramos a alguien y no nos agrede…
Veo árboles, tierra, mar…y lo son, no en función de mi punto de vista, sino porque existe una realidad externa a mí y a ti