Cuantas veces habremos oído o vivido eso de “Estoy estresada.” “Estoy estresado.” “Tengo mucha ansiedad.”… y sin embargo, pocas veces nos habremos parado a reflexionar si hay diferencias entre uno y otro estado.
¿Es lo mismo el estrés que la ansiedad? ¿Son todos ellos parejos a la angustia? Más allá de las definiciones de diccionario, a mi parecer, desde el punto de vista terapéutico puede ser clave el diferenciar una cosa de otra.
El estrés se da en el presente. Hay un exceso de actividades en juego y uno no es capaz de atender como cree que es debido todas ellas. Podría decirse que el estrés es hijo del “multitasking” tan en boga, pero sin duda también lo es de la presión social por el “estar al día”. Cabría preguntarse entonces “estar al día” de qué, pero eso sería motivo de otro post.
Sin perder el hilo del estrés “sobreocupado” parece lógico pensar que la solución pasa por dos “fármacos” esenciales: la atención bien orientada, y la concentración bien priorizada (también llamada criterio) ¿A qué presto atención? ¿Dónde pongo mi energía? Son dos preguntas clave para empezar a tratar el estrés sobrevenido.
Cierto es que si dejamos que este perdure, puede devenir en ansiedad crónica, y entonces el tema ya escapa al presente. En ansiedad, lo que tememos es el futuro, el futuro inmediato, que, a juzgar por el pasado y presente, amenaza ser aterrador. En ese caso, la “receta” de primera instancia, es volver al presente. “Curar el miedo” anclándonos en el aquí y ahora a buen seguro mucho más plácido que las previsiones. Una vez en el presente ya podremos plantearnos las dos preguntas clave antes mencionadas.
Otra cosa es cuando lo que nos afecta es la angustia vital. Ahí el tema es aún más delicado. En la angustia, hay un poso de tristeza ancestral que dificulta cualquier otro asentamiento, sea en el presente, pasado o futuro. Todo parece un cúmulo de negros nubarrones. Y ¿Cómo reafirmar el cielo azul desde esa perspectiva? Ahí, como señala el psiquiatra Irvin Yalom en su libro Psicoterapia Existencial (referido en Fuentes de esta misma web) el remedio pasa por la compasión: Una compasión que arranca de la amabilidad, amabilidad con el prójimo, y por ende con uno mismo, amabilidad que nos procura aceptación y un balsámico sentimiento de autenticidad. Sin generosidad la angustia vital no tiene cura.
En fin, lo dicho, estrés, ansiedad y angustia no son lo mismo, y, consecuentemente, no atienden a idénticos remedios. Uno puede tomarse un ibuprofeno cada día cuando llega del trabajo con dolor de cabeza, pero mejor que fuese sólo un paracetamol ocasional sin efecto antiinflamatorio, o mejor aún, probar con diez minutos de meditación y ver qué pasa. Es habitual en nuestros días tapar el síntoma en lugar de remediar las causas. ¿No crees?
Foto de Bacila Vlad en Unsplash
Si el stress, la ansiedad y la angustia son en parte el fruto de esta sociedad del cansancio, tal como lo define Byung Chul Han. En la que en la sociedad “competitiva” el nivel de autoexigencia nos convierte en víctimas y verdugos de esta demostración de efectividad y excelencia, que no deja de ser una forma perversa de manipulación del sistema. Centrarse en el aquí y ahora y priozar lo importante por delante de lo urgente me parece una forma acertada de encontrar una salida y también no caer en la presión social y el juicio ajeno.
Mil gracias por tus siempre tan certeros comentarios, Marta.
He leído sólo un par de libros de Byung Chui Han: La sociedad del cansancio y El aroma del tiempo, pero ambos me han parecido de una gran lucidez.
En este último El aroma el tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse (que tal vez hayas leído) nos habla de que “Todo apremia, y eso tiene como consecuencia una aglomeración que hace imposible cualquier demora contemplativa. Así es como vamos haciendo zapping por el mundo.”
A mi, esas palabras me llevan a “la puerta sin puerta” del zen, dónde se encuentra la épica de lo cotidiano, del proceso, allí donde la misión está por encima de sus protagonistas y no tiene otro interés que vivirla plenamente (con total conciencia)
El motivo de que los artículo sea tan corto es ¿por miedo a que no se lea o porque tienes un límite de carácteres?
Siento que acaban en tararí. Temas que a priori podrían dar mucho de sí, al acabar de leer los textos lo que me viene a la mente es ¿y?
Tu expresión oral, también cuando es breve, es rica de contenido y certera, pero al leer tus escritos, tengo la sensación que son una mera introducción
Jjjj Es lo malo que tiene conocer al autor en persona y saber que se enrolla como una persiana.
Como bien intuyes Meri los escritos son sólo introductorios, más una invitación a la reflexión que una exposición de exhaustiva pretensión.
En cualquier caso, gracias por seguirme el hilo.
Bonita reflexión…Me quedo con las dos preguntas para empezar el día: ¿a qué presto atención? ¿Dónde pongo mi energia?… aprender a priorizar es aprender que dejo por hacer para poder dedicar energia a lo importante de verdad… Gracias!
Mmm… Te imaginas un mundo en el que tod@s cada día nos preguntáramos: ¿A qué voy a prestar atención? ¿Dónde voy a invertir mi energía?
A buen seguro la felicidad mundial pegaría un estirón descomunal. Un mundo consciente es sin duda un mundo más feliz.
Leía esta misma tarde del psiquiatra Christophe André: “Es por distracción por lo que no entramos en el paraíso en vida, únicamente por distracción. La distracción y la dispersión nos insensibilizan como si no pasara nada.”