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El globo, la vela y la piña.

Ya el psicoanálisis distinguía tres instancias para facilitar una primera guía de alumbramiento en el estudio del comportamiento humano. Ego, Ello y Superego se convirtieron entonces en palabras de uso común para distinguir las pulsiones más instintivas de los mandatos más rigurosos.

Pero la cosa no quedó ahí, el Análisis Transaccional, en un más que loable ejercicio de acercamiento a un lenguaje más popular nos habló del Padre, Adulto y Niñ@ que todos albergamos dentro, y que fácilmente reconocemos en esos diálogos internos que enfrentan directrices y exigencias a deseos y complacencias.

Pues bien, hace pocos días, trabajando en sesión con mi terapeuta, surgió de la manera más espontánea otra distinción que se me ha hecho curiosa; hasta el punto de que, desde entonces, no paro de darle vueltas pensando en si esas tres instancias de las que hablé con ella no serían extrapolables a otros. Bueno, pues aquí os las expongo a fin de que valoréis si os pueden resonar también a vosotr@s como actores que, según escena, toman mayor o menor protagonismo en vuestro día a día.

¿Podrías distinguir entre la ilusión, la esencia y el núcleo duro de tu personalidad? ¿Podrías diferenciar entre “el globo”, “la vela” y “la piña”?

Espera, no me vuelto loco (o sí) ¿Podrías tomar conciencia de cuando estás…

…en el mundo de los roles, los clichés, las apariencias, la cháchara, las ilusiones y las fantasías, o…

…en el mundo de lo genuino, lo real y auténtico, o

…en el mundo de lo heredado, impuesto o sobrepuesto?

Es más, ¿Podrías integrar todo ello para darte cuenta de que…

…lo que puede ser nido de neurosis puede también ser fuente que te nutra y te de alas para soñar, y que

…lo que es presente, anodino y cotidiano, puede también dar sentido a tu vida, y que

…lo que es linaje, remora o lastre puede también convertirse en abono de raíz?

No sé, tal vez esté corriendo demasiado, tal vez pienses que se me ha ido la pinza (lo cual es probable) pero se me antoja que por ahí hay algo que culebrea en todos nosotros: algo que nos mueve a caminar junto a algo que nos da sentido y a algo que nos recuerda que el camino es largo, y no empieza ni acaba en nosotros.

En esa convivencia, en ese equilibrio anda el juego.

Sin globo, llama que lo sostenga y lastre que le permita aterrizar el viaje de la vida carece de perspectiva, energía o destino.

Disculpad si he sido demasiado hermético, pero mis pocas palabras no alcanzan a ideas de tan altos vuelos.

Foto de Matt Artz en Unsplash

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