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Imperiosa necesidad

Está claro, detrás de toda inquietud, de toda emoción o conflicto hay una necesidad insatisfecha. Descubrir cuál es simplifica enormemente las cosas.

Cuando mamá (propia o sobrevenida) te llama el domingo a las cuatro de la tarde preguntando cómo estáis, es evidente que esa no es su inquietud principal. Posiblemente debamos leer en su pregunta: “¿Os acordáis de mí? Estoy aquí sola y aburrida. Tal vez podríamos hacer algo juntos un día de estos.”

Y es que son las necesidades y no las expresiones las que nos mueven a la acción. De ahí que sea tan importante reconocerlas, en nosotros y en el que tenemos enfrente, tanto en negociación profesional como en satisfacción personal.

Ya decía Fritz Perls que la musicalidad del discurso dice más que su literalidad.

Con esa base Marshall Rosenberg nos enumera las siete categorías fundamentales de necesidad humana para ayudarnos a aclarar “qué nos pasa” “por qué tanto alboroto”. A saber, estas son:

  • Necesidades básicas de orden fisiológico: comer, beber, dormir…
  • Necesidades de bienestar y protección: techo, protección…

…como necesidades más obvias, pero también:

  • Necesidad de pertenencia, de ser acogidos y reconocidos empáticamente por el grupo.
  • Necesidad de ser vistos como individualidad y ser respetados por lo que somos, y no sólo por lo que representamos.
  • Necesidad de intimidad, de ser queridos y abrazados por otros.

…Y finalmente además el ansia por darle sentido a todo ello:

  • Necesidad de espiritualidad, de trascender lo más cotidiano e individual.
  • Necesidad de permitirnos ciertos “ajustes creativos”, de poder quitarle hierro a nuestra efímera existencia y vivir compasivamente en presente sin mayor complicación.

Y con ello, a mi modo de ver, no solo establece el marco de una posible “catalogación” sino que nos invita a valorar “qué tal lo llevamos”.

Agradecer las necesidades bien cubiertas y aclarar las que están en blanco o a medio cubrir nos ayudará enormemente a eso, a saber “qué nos pasa” “por qué armamos tanto alboroto”, porque mucho ruido del que hacemos se debe a no hablar claro (o mejor dicho a no hablarnos claro a nosotros mismos) sobre lo que necesitamos.

Foto de Josh Hild en Unsplash

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  1. Buenos días. Gracias por vuestros artículos. Me ha “resonado” mucho lo que explicais. Concretamente el mensaje de la madre llamando por telefono un domingo con un mensaje “subliminal”. Me causa tristeza porque mi madre hace unos meses que ya no está pero conseguí entenderme con ella bastante bien antes de que abandonara su cuerpo.
    Gracias nuevamente. Seguid así. Os seguiré leyendo. Un abrazo

    1. Muchas gracias por tus sinceras palabras Sergi. Me llegan mucho porque lo cierto es que yo también perdí a mi madre hace relativamente poco y porque detrás del compromiso en `publicar un post cada semana hay un esfuerzo no siempre agradecido.
      Dado que veo que te interesan estos temas no sé si vives cerca de Barcelona. Si así fuere te recomiendo que si puedes te vengas este próximo jueves a las 19.00h al espai Cos i Ment (Calle Nostra Senyora del Coll 25 Muy cerca de Plaza Lesseps) Allí doy una charla gratuita que estoy seguro que no te decepcionará.
      Ojalá puedas venirte y podamos conocernos personalmente. Un abrazo. Manuel

  2. Estaba leyendo el siguiente que se remite a este y me he dado cuenta de que en este no había metido baza, ¡cáspita!

    Pues nada, más vale tarde que nunca.

    En la lista del ilustre echo de menos la mayor y que sintetizó C.S. Lewis de este modo: “Si encuentro dentro de mí un deseo que ninguna experiencia en este mundo puede satusfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo”
    Allí lo dejo 😉

    1. Jajajaj Creo que tu comentario encaja como anillo al dedo con tu parecer. Meri P. Lewis.