Dice el dicho que la confianza da asco, pero yo me digo a mí mismo, si la confianza da asco, la desconfianza da pavor.
Nos han introyectado la necesidad de controlarlo todo, de tenerlo todo controlado, y eso, sin duda, lleva asociada una ansiedad sólo asumible por la locura o la adicción (al alcohol, las drogas, los antidepresivos, los ansiolíticos o cualquier telebasura anestésica)
¡Control vs. Confianza, vaya pelea! El control viene casi siempre enervado por una sensación de omnipotencia. La confianza en cambio descansa en una mucho más humilde, aunque valiente, vulnerabilidad.
Pero, dejémonos de conceptos y filosofías. ¿Cómo se gana uno la confianza del otro? La confianza de un hijo, de un compañero o compañera de trabajo, de un jefe, de nuestra pareja…
La respuesta no es obvia. Para alcanzar la confianza del prójimo es necesario un acuerdo, tácito o explícito, pero un acuerdo de límites. Sí, aunque parezca paradójico, sólo los límites acotan territorio y permiten sentirnos seguros y confiados en su interior. Entonces ya no hay que controlar constantemente, basta con observar si se traspasan líneas rojas.
Los límites, lo que sí y lo que no, permiten el compromiso, y el compromiso libera muchísima energía. Cuando uno se compromete ya no tiene que plantearse la duda de la elección hasta nuevo aviso. Un extremo interesante que mucha gente olvida. El compromiso no es un lastre, no es una condena, no es un castigo, sino que, bien entendido, es una maravillosa liberación de tiempo y energía.
Es más, sin compromiso no puede haber flexibilidad. Curiosa vinculación que nuevamente muchas veces obviamos.
En resumen, sin límites no hay compromiso ni flexibilidad posible, y sin todo ello, la confianza siempre está en jaque, siempre en duda. Y cuando eso ocurre, el control obsesivo se hace imprescindible.
Vivimos en entornos complejos, dónde como enunciábamos al principio, la ansiedad, la desconfianza y el control exhaustivo nos llevan por el camino de la amargura. En mi opinión, hay que recuperar la cordura, parar, tomar conciencia de hacia dónde nos lleva tanto desatino, y tomar medidas: establecer límites, saber expresarlos de manera tan empática como asertiva, y disfrutar de compromisos estables, flexibles, pero ajenos a demasiadas “tolerancias” que, de hecho, en la mayoría de casos no hacen más que esconder la desconfianza en uno mismo.
Al escribir estas últimas frases, me viene a la mente que tanto la meditación como la comunicación no violenta son dos excelentes patas para iniciarnos confiadamente en ese camino de saneadas relaciones. Meditación para detenernos y dejar aflorar una conciencia más empática y compasiva. Comunicación asertiva para expresar abiertamente lo que necesitamos, los límites de nuestro compromiso, y el ferviente deseo de disfrutar de un espacio común de confianza compartida.
Todo un camino de satisfacción personal para llegar al más absoluto confort emocional en la familia, la pareja, el equipo, la empresa o simplemente en la vida de cada uno.
Foto de Tobias Tullius en Unsplash
Así lo veo yo también, ¿cómo es sino la vida basada en el control e inevitablemente en la desconfianza? Sin duda está llena de angustia y miedo, no cabe en ella la alegría, en la perpetua sospecha de que nos quieran engañar, perjudicar…estoy convencida de que las decepciones que podamos sufrir por la confianza dada, son un pequeño peaje a pagar por una vida en la que la confianza en el otro sea el pilar de las relaciones, en cualquier ámbito de la vida.
Y de la confianza va de la mano el compromiso, sería un sinsentido lo.contrario. Al confiar damos por sentado el compromiso del otro tanto en la amistad, los negocios, el amor, la vida cotidiana en conjunto.
Recientemente hemos sido testigos de esa relación. Cuando los profesionales sanitarios han roto su compromiso de intentar sanar y se han subido al carro de lo que exigían políticos y medios de comunicación, han perdido la confianza de muchos; han pasado a ser los abogados y procuradores del dicho (ahora sonaría: metges i infermers a l’infern de dos en dos)
Meritxell
Gracias Meri por aportar tu punto de vista.
Este confort al que aludes Manuel es inalcanzable para muchas personas pero fantástico si lo conseguimos. Requiere trabajo interno.
Creo que confianza/control son dos términos de una misma meta, pero tener los límites bien definidos ayuda enormemente en su consecución. Nada fácil pero posible🙏
Eso es María. Sin límites no ha lugar compromiso alguno. Y sin compromiso la confianza se hace cuesta arriba. Un abrazo.