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La familia. Cose di cosa nostra.

Una de las múltiples enseñanzas zen nos dice que no podemos asegurar que nuestra iluminación sea verdadera hasta que no hayamos vuelto al “mercado” y sea puesto a prueba nuestro sereno equilibrio. No basta pues con un dechado de virtudes en soledad, hay que demostrarlas en sociedad.

Dado que hoy en día los retiros no acostumbran a ser ni tan frecuentes ni tan largos, y que lo de bajar al mundanal ruido del “mercado” es tan habitual, yo me atrevería a decir que no es prueba suficiente. La verdadera prueba de fuego está en las relaciones familiares. Si uno es capaz de sobrellevar con dignidad todos los vínculos con la familia al completo (padres, hijos, primos, abuelos, maternos y paternos, por lo menos) podemos decir que vamos camino de la budeidad. ?

No es casualidad pues el actual auge de lo que se ha convenido en llamar “constelaciones familiares”, y ahí, bajo mi punto de vista, no hay nadie tan hábil como Peter Bourquin para bucear sin esoterismos añadidos en heridas que en muchas ocasiones escapan incluso al recuerdo personal.

Peter sabe demostrarnos que heredamos sentimientos, emociones, actitudes y asuntos no resueltos que se revelan en nosotros sin una lógica y racional explicación. Y no sólo eso, sino que al trabajarlos con él podemos reubicarlos y cerrar heridas que llevan varias generaciones abiertas.

Lo indecible de los abuelos, se vuelve innombrable en los padres y, aunque se siente igualmente, resulta impensable para los hijos.

Pregúntate dónde están tus simpatías (filias/amores) y antipatías (fobias/odios) más irracionales y entrarás en la pista de esas herencias transgeneracionales. Pero los ancestros pueden ser también fuente de sanación.

En primer lugar, hay que reconocer que la memoria es una gran mentirosa, y asumir que, salvo casos extremos, ninguna familia es un problema en sí misma. El tema es ver cómo me he ubicado yo en relación con los otros miembros, y luego trabajar el “orden natural del amor” para “recolocar” los afectos.

Por ejemplo, todo niñ@ sueña con la felicidad de sus padres, y en su pensamiento mágico cree poder conseguirlo, pero eso está fuera de lugar, porque no está en sus manos, y desvivirse por eso es perder el tren de su propia vida. En ese sentido, el mayor regalo que puede hacer un@ hij@ a sus padres es vivir plenamente, porque eso y no lo inverso es lo único que puede reconstruir el orden natural de las cosas. Las constelaciones nos permiten tomar conciencia de nuestras “misiones imposibles” a fin de poder abandonarlas en beneficio de las que sí están a nuestro alcance.

En fin, el tema da para mucho, pero vamos a dejar algo para la terapia personal. Quedémonos para acabar con la clásica pregunta que lanza siempre Peter a la audiencia: ¿Para qué vienen los hijos al mundo?

Y la respuesta es: Para decepcionar a sus padres.

Mmm… nada tan paradójico ni tan real, porque lo que en el fondo planea el padre, poco tiene que ver con lo que desea la madre, y… normalmente, casi nada con lo que en realidad quiere la hija o el hijo (a menos que estos se sobre adapten y sacrifiquen consciente o inconscientemente su proyecto vital al de sus antecesores)

Por lo tanto, como ya apuntaba Rilke, seamos claros: “Evitemos incrementar el drama entre padres e hijos. Creamos en el amor como una feliz herencia.”

Photo by Simon Rae on Unsplash

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  1. Un post mooooooooooooolt interessant. Gràcies Manuel per tractar aquest tema. Tinc pendent de llegir un llibre que m’han recomanat que es diu “Amar sin sufrir. El libro de los hijos” de la Virginia Blanes. Com que encara no l’he llegit no puc donar la meva opinió. Tu que llegeixes tant, potser ja l’has llegit, sinó, potser et pot interessar. Abraçades virtuals.

    1. Gràcies Marta. Bon llibre el que menciones. Moooolt recomenable.

  2. Al leerlo me he sentido bastante identificada con la descripción que hace referente al tema de los hijos pero en mi caso pronto me di cuenta que mi hija tomaría sus propias decisiones y eligiria su camino ya que un día durante unas vacaciones tendria unos 14 años me dijo: mama no crees que yo soy tu hija por que me ha tocado no por que me hayas tenido? Me quede inout y me vino a la cabeza una película donde las almas que se quedaban en tierra se introducían en los cuerpos de los recien nacidos. Eso me hizo pensar y cambiar de chip aceptando las tomas de decisiones de mis hijos eso sí a veces dando
    mi opinión al respecto pero dejando que se equivoquen para que aprendan y creo que ha sido un cambio positivo aunque durillo pero mientras los vea felices eso es lo que me llena

    1. Felicidades Eva. Aprender a veces es duro, pero te aseguro que compensa. La ignorancia, el excesivo apego y el odioso rechazo son perturbaciones mentales que contaminan tanto a quien las maneja como a quienes le rodean.
      Gracias por comentar. Te esperamos la semana que viene!!

  3. Grandes verdades ?… para pensar en ello… gracias!

    1. Gracias Fátima. Siempre he pensado que lo que te han dado tus padres es la mejor muestra de lo que es un regalo incondicional, y que sólo lo merecemos dándolo de nuevo a sus nietos, o a los que podrían haber sido sus nietos, en idénticas condiciones.

  4. Más que «¿para qué vienen los hijos al mundo?» me he preguntado durante muchos años, sin hallar respuesta, ¿Por qué he querido traer hijos al mundo? Francamente, no lo sabía (vaya madre).

    Una vez que ambos chicos se hubieron ido de casa, caí en la cuenta: es un acto de confianza en la vida. Si no confiara en ella, no hubiera querido tenerlos. Creo que está es la respuesta más sincera que he encontrado.

    Los hijos deben ser de ellos mismos y los padres debemos pensar, desde que son un par de células, que no van a ser nuestros. Que son personas independientes de uno y que los muchos años que lucharás a su lado hasta que vuelen solos no deberán confindirte: no son tuyos.

    Por tanto, ni me decepcionan ni me enorgullecen. ¿No? Mentira: sí lo hacen, pero es que no soy perfecta. No pasa nada, puesto que la idea está clara, aunque mi gestión sea imperfecta, como yo.

    1. Sí, coincido que es un acto de confianza en la vida, pero… seamos sinceros, también esconde un deseo de trascendencia, un deseo de replicarle a nuestra existencia “ahí dejo eso” Y ni eso es perfecto, ni imperfecto ¿No? Mentira, sí es perfecto, porque todo es perfecto a ojos de lo atemporal.

  5. Molt bonic Manel. Sempre transmets molta pau i amor. Els pares deuen estar mokt contents i en JOAN, radiant. Una abraçada.

    1. Gràcies Assumpta. Si et subscrius al blog, cada diumenge hi trobaràs dos minutets de nova lectura.
      Els pares, en Joan, l´avi Pera i tants i tants d´altres son en nosaltres, perquè si hi fossin també en cos no hi cabriem.
      Una abraçada.

  6. Si Manuel, muy importante es saber qué lugar ocupamos en la estructura familiar cómo ayudan a definir las constelaciones familiares.
    Es un debate muy interesante y aludo a los comentarios recibidos que destilan sinceridad y transparencia.
    Me apunto el título del libro que recomienda Marta ‘ Amor sin sufrir’ Imagino que encontraré buenas lecciones. Si bien tengo claro que no podemos proyectar en los hijos lo que nosotros quisiéramos, me resulta díficil pasar de largo ante cualquier problema que puedan tener. No obstante, he conseguido abstraerme en todo aquello que no sea de vital relevancia.
    En cuánto al por qué traer hijos al mundo, estoy de acuerdo con Elena, por confianza en la vida, pero yo también diría por la propia necesidad de proyección de nuestras propias vidas, como de continuación de un linaje vital ( aunque aquí si que cada cultura plantea un enfoque diferente, o simplemente, no hay planteamiento) .

    1. Gracias María por tu comentario. Confianza en la vida, anhelo de trascendencia y… tantas cosas mas. Los hijos venimos cargaditos de mensajes y no siempre con el pan bajo el brazo. Un abrazo.

  7. Hola de nuevo Manuel,
    Leyéndote he rememorado una conversación de hace un par de días con Nadia, en la que recordé una vivencia que tuve a los 13 años, que todavía no he superado y que influyó muchísimo en mi vida, poco tiempo después mucho, y aunque con menos intensidad, sigue presente. Aunque al seguir leyendo me he dado cuenta de que no tenía nada que ver con tu exposición porque en lo que ocurrió no hubo ninguna intervención de mi familia.
    Me ha sorprendido la pregunta del constelacionista, ¿para qué? Me resulta una pregunta extraña en este contexto. El para qué implica una visión utilitarista, desde mi punto de vista, muy alejada del vínculo padres-hijos. ¿Los padres nos planteamos una finalidad cuando tenemos hijos? Creo que mayoritariamente no, no tenemos hijos para…tenemos hijos, por el instinto de todos los seres vivos de desear que nuestros genes pervivan más allá de nosotros, o el mismo instinto que más allá de la pervivencia de nuestro material genético, se combina con una necesidad emocional de amar, de cuidar…es muy significativo la ternura que sentimos ante un cachorro, una cría, un bebé, y cómo, la mayor parte de las niñas, de todo el mundo, desde bien pequeñas, y sin condicionamientos sociales (muchos y conicidos han sido los experimentos al respecto) juegan a cuidar a muñecos, como si fueran crías
    Otra cuestión más es el pensamiento mágico de que lo ocurrido a los antepasados, desconocido por los descendientes, se trsnsmita. Hablo de pensamiento mágico porque me ha parecido que no te referías a que lo ocurrido hubiera comportado un comportamiento, una manera de ser, que indudablemente afectará a las sucesivas generaciones (por ejemplo, alguien desconfiado, trasmitirá esta manera de ser a sus hijos y estos a los suyos…)
    En cambio lo que me ha parecido entender, es que eso, lo que sea, sobrevuela a esa familia, sin ninguna conexión, como si estuviera inscrito en alguna parte del ADN, tal como algunos estudiosos de los homos piensan de los homo sapiens neanderthalensis, en cuanto a que sus conocimientos los tenían inscritos ya al nacer, de modo que poco era lo que aprendían, en contraposición al homo sapiens sapiens, que sus conocimientos los adquieren por el aprendizaje, sin que ello implique la defensa de que se nace como una tabula rasa.
    Encantada de que me lo aclares si lo he entendido mal
    Un abrazo

    1. Waw!! Mil gracias por el comentario que me va a permitir aclarar un par de puntos que ciertamente podrían llevar a confusión en el texto.
      El “para qué los hijos” no es algo que los padres se planteen en un sentido racional, sino que, como tantos otros “para qués”, subyace voluntaria o involuntariamente en las atribuciones que los padres adjudican a los hijos más allá del vínculo emocional que les une a ellos. En ese sentido “supraemocional” muchas veces descansa, en mi opinión, un deseo de trascendencia “individualizada” que se diferencia del de supervivencia de la especie más estrictamente animal.
      Pero, en cualquier caso, lo curioso, lo “mágico”, de esa herencia/trascendente (que insisto desconozco si también se da en los animales) es que va más allá de lo puramente físico (adscrito al adn) y se extiende a emociones, actitudes y “asuntos no resueltos” de nuestros antepasados (padres, abuelos…) que “reviven” en nosotros dando explicación a filias y fobias ahora irracionales y que sólo encuentran en ese “guion de vida” ancestral un sentido pendiente de desvelar (lo que la Constelación familiar a veces consigue) Tema tan delicado como interesante. Espero haberte dado primera respuesta, aunque admito que el tema da para muy largo… ¿una eternidad?

      1. ? Pues veo que sí lo había entendido bien, en relación a la visión mágica de la transmisión adscrita al adn, y sí que creo que daría para una larga conversación, discrepante, en la que sería bueno ir más allá de teorizaciones…quizás algún día

        1. Un placer disertar contigo, Meritxell. Intuyo que será pronto, y lo espero con ganas. Un abrazo.