¿Meditar? Ya lo he probado, y… a mí, no me funciona.
Como dice el sabio Pablo d´Ors en su exitoso libro Biografía del silencio (Ed. Siruela) “meditar no es difícil, lo difícil es querer meditar”.
Porque para querer meditar en serio es necesario dar respuesta a dos preguntas: ¿Qué es en verdad meditar? Y… ¿Qué sentido tiene meditar?
Vamos pues con la primera.
¿Qué es en verdad meditar?
Meditar no es dejar la mente en blanco. Meditar no es un ejercicio de relajación. Meditar es una experiencia de higiene mental, y como tal, es difícil de explicar.
Por pasos. Meditar es una experiencia, así pues, debe ser vivenciada más que teorizada. Podríamos estar horas contando en qué consiste montar en bicicleta, pero nada sustituye el ejercicio de subirse a ella y dar los primeros tumbos. Una experiencia de higiene mental, de “depuración de pensamientos inútiles”, de “disolución de problemas aparentemente irresolubles”. Un maestro que nos acompaña 365 días al año, y que nos conoce como ninguno.
¿No es curioso que nos duchemos cada día, pasemos la ITV del coche con regularidad, o… limpiemos memoria del ordenador con frecuencia, y sin embargo no atendamos a desembozar de manera 100% natural nuestros circuitos neuronales más obsoletos? Increíble.
Meditar es tan sencillo como aquietar, como dejar de cavilar y correr de un lado para otro para dejar que aflore lo esencial. Es como si anduviéramos todo el tiempo dando vueltas a una botella en la que hay agua y aceite, como si no paráramos de llevarla de un lado a otro, nunca distinguiríamos un líquido del otro (la razón de la emoción…)
¿Qué sentido tiene meditar?
Para. Detente, y veras claro en ti la confusión que te ciega. Al meditar, al “ejercitar músculo meditativo” dejando pasar un pensamiento tras otro sin añadirle ningún contenido narrativo extra, simplemente clamando silencio y volviendo a poner conciencia en tu respiración, vas a soltar y sentir lo que verdaderamente importa. No hay que hacer nada, sólo permanecer inmóvil y en silencio. Con eso basta, porque no hay buena ni mala meditación, la meditación escapa al juicio, sólo admite la reflexión final en cuanto a si “hoy he meditado” u “hoy no he meditado”.
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Foto1 Simon Migaj on Unsplash Foto 2: Ian Stauffer on Unsplash