Top Ten Tips para hablar claro y sanear vínculo.
Diez años de aprendizajes resumidos en diez pequeños párrafos:
- No hables si no es estrictamente necesario. El silencio, el ralentizar la palabra, la respuesta, genera automáticamente un espacio para la emoción. La escucha empática atendiendo a la “musicalidad”, la energía y la fuente (mental, emocional o visceral) del discurso del otro resulta esencial para el entendimiento. Y sobre todo nunca, nunca, hay que caer en la tentación de rebatir nada importante en modo reactivo.
- Deja de quejarte y criticar. Si tú atacas, yo me defiendo. Repasar “trapitos sucios” sólo conduce al “Pues tú más”. Apunta siempre a futuro y en positivo. ¿Cuál es el objetivo último de este dialogo, de esta relación? Muéstrate totalmente dispuesto a alcanzar ese fin.
- Sonríe. Mírame. Llámame por mi nombre. No todos hablamos el mismo “idioma emocional”. El paralenguaje, la comunicación no verbal significa mucho más de lo que generalmente creemos. El otro no es tonto, no es idiota, no es odioso, es diferente. Lo que tú expresas no tiene porqué ser lo que al otro le llega, lo que el otro interpreta. Interésate por saber qué le puede llevar a “traducir” tu expresión en su comprensión. Por lo pronto imagina cual puede ser su prejuicio actual en relación a ti y tu necesidad de diálogo.
- Si no te preparas, prepárate para lo peor. Preparar una conversación pendiente, una conversación delicada o valiente, no significa sólo trabajar el contenido; la actitud, el tono, el momento y la oportunidad para que el diálogo serán claves para que el encuentro pueda ser un éxito. Ah! Y recuerda, no todo depende de ti. Tú puedes hacerlo inmejorablemente, pero si tu expectativa se aferra a que todo va a resultar un éxito inmediato, espera un fracaso. Olvida esa fantasía de omnipotencia. Tú sólo puedes aspirar a tu tranquilidad de conciencia por haber contribuido lo mejor que has sabido a limpiar vínculo y sanear la relación.
- Construye un buen contexto de seguridad. Habla desde el corazón. Expresa tus dificultades. Aclara lo que Sí y lo que No está en cuestión. Manifiesta estar abierto a toda sugerencia… Recuerda, nada como evidenciar nuestra vulnerabilidad para rebajar el muro de defensas que minan cualquier acuerdo.
- Preguntar no es faltar, sino amar. Trabajar tanto las preguntas de exploración horizontal sobre opciones a tantear, como las de indagación vertical sobre modos, maneras y concreción sobre lo expuesto es siempre buena idea. ¿A qué te refieres cuándo dices…? es una gran pregunta.
- Hechos son amores y no buenas razones. Los hechos, los datos son rincón seguro. Parte de ahí. Constata que estáis hablando de lo mismo. Admite si hay matizaciones o añadidos. No caigas en la tentación de “una verdad a medias”.
- Los sentimientos propios son irrebatibles. No tengas miedo a mostrar tus sentimientos en cuanto a los hechos consensuados. “Cuando tu dices/haces… yo me siento…” es frase clave llegados a este punto.
- Cambia el ¿Me entiendes? por el ¿No sé si me explico? La “herida” siempre es nuestra, el otro no hace más que toquetearla sin conciencia del dolor que ello conlleva. Eso implica asumir que la culpa no existe, sólo hay una responsabilidad compartida. Aprende a expresar tu NECESIDAD con tanto tacto como contacto.
- Sé asertivo. La claridad no tiene precio. Aprende a decir NO sin culpa ni rigidez y SÍ con entusiasmo y concreción. Si no somos rotundos en nuestra expresión sobre lo que queremos o necesitamos el remedio será `peor que la enfermedad. Y cuidado, esa es una enfermedad que tiende a hacerse crónica. ¿Sabes de qué te hablo?