Decidir con criterio (I)
Decidir con criterio. Obvio. Parece fácil ¿no? Cualquiera diría que a sabiendas de que nuestra vida discurre entre un mar de pequeñas y grandes decisiones somos conscientes de cómo tomar mejores determinaciones.
Pero… ¿Hemos realmente trascendido eso de valorar los Pros y los Contras? ¿Seguimos enfrascados en reaccionar y no en responder?
Brutal. Me parece brutal que dada la importancia que tiene el proceso de tomar decisiones se haya estudiado tan poco, o por lo menos esté tan poco difundida una metodología mínimamente decente para optimizar nuestras elecciones.
En este sentido, la reciente aportación de Shane Parrish con su libro “Pensar con claridad” me parece capital. Añadiendo a ese contenido otros ingredientes personales o aprendidos (de James Clear, Chris Voss…) me dispongo a compartir con vosotros a lo largo de los próximos dos o tres posts mis apuntes resumen orientativo de todo ello.
Empezaré pues con una primera reflexión sobre cómo pasar de REACCIONAR a RESPONDER. ¿Cuáles son los principales factores que nos llevan a la precipitación o al error?
- El primero y más notorio es el de la EVITACIÓN. Evitamos el tener que decidir por miedo a la equivocación, sin tener en cuenta que el no decidir también es una elección. Hay en este sentido una frase devastadora que me gusta tener siempre presente: “La mayoría de los errores suceden porque no somos conscientes de que deberíamos tomar una decisión.”
- Otro elemento desgarrador es la EMOCIÓN. La emoción desbocada nos lleva a decisiones por impulso, guiados por la Compulsión/Ilusión y vinculados a una perentoria necesidad de satisfacción inmediata.
- Desde ahí entra en juego el EGO con decisiones fantasiosamente identitarias, guiadas por el Narcisismo/Orgullo y evidenciando una necesidad de ser visto y reconocido no bien cubierta.
- Siguiente es el “ÉLAN” la decisión por inercia (cultural, familiar…) que viene envasada por la Acedía (la pereza del “Siempre se ha hecho así”) /Comodidad y que demuestra una innecesaria necesidad de Control y “Coherencia” con unos valores que no han sido revisados.
- Y por último, aunque no menos importante, el ESTATUS que nos conduce a decisiones meramente tomadas por imagen, guiadas por la Vanidad/Conformismo social apalancado en una ancestral necesidad de pertenencia.
En fin, repasar este listado no es pura formalidad. Frente a cualquier toma de decisiones importante puede ser clave el diseccionar los móviles que integran tu apuesta para desconfiar de todos los vinculados a alguno de estos elementos saboteadores.
Pruébalo y verás. Analiza cuantas decisiones tomas hoy básicamente amparado por uno de estos cuatro últimos elementos mencionados. ¿A que es una barbaridad? Pues lo mismo, en mayor o menor medida, nos ocurre con las decisiones más importantes.
Foto de Victoriano Izquierdo en Unsplash
Siempre la había oído y pronunciado acedia, pero al ver que la has escrito con tilde sobre la i, rompiendo el diftongo, he acudido al diccionario y he comprobado para mi sorpresa que ambas formas son correctas…es una palabra trisílaba y cuatrisílaba…qué cosas…
Pues sí, qué difícil tomar decisiones, especialmente cuando la lista de los pros y los contras parece que no se acabe, o cuando pesan lo mismo, o cuando el miedo nos paraliza
Mil gracias Meri. Siempre atenta.
Sii, el miedo en esos casos es atroz. Una buena solución es dormirlo e imaginar que ya has tomado una decisión ¿Cómo te sientes? Esa pista tiene un inestimable valor.