
MIEDO
Siempre he sostenido que las emociones son la esencia de la vida esencia de la vida esencia de la vida. Si no sentimos paqué. Sentir es vivir. Y vivir es aprender a transitar tanto el dolor como el placer con la misma sensación de ir
Siempre he sostenido que las emociones son la esencia de la vida esencia de la vida esencia de la vida. Si no sentimos paqué. Sentir es vivir. Y vivir es aprender a transitar tanto el dolor como el placer con la misma sensación de ir
Quisiera insistir de nuevo en eso de que la mente nos perturba, pero ahora reservarle al mismo tiempo un espacio de gala como actor secundario. Sin razón no hay explicación, y sin ella limitada difusión. Cierto, la emoción es el más potente transmisor, pero sólo
Hace ya más de quince años que se publicó “El proceso de la presencia” de Michael Brown. En su momento se puso algo de moda y yo la verdad es que tardé en leerlo. Cuando lo hice ya estaba en la 9ª edición. Esta semana
¡Cuánto se ha hablado, escrito y sentenciado en nombre de la trascendencia! Desde la más anciana antigüedad nos hemos preocupado por cómo, cuándo y dónde estaremos, o por lo menos por cómo seremos recordados una vez la muerte nos alcance. Ni tan siquiera el budismo
Dado que no nos cansamos de repetir que la felicidad no hay que buscarla en el resultado sino en el proceso, parece que el secreto deberá estar entonces en aprender a capear los contratiempos transformando la triste resignación en gozosa aceptación. Siguiendo el guion del
¿Te imaginas qué pasaría si perdieras la memoria por completo? No saber lo que te gustaba y lo que no, lo que creías cierto y lo que no, lo que te identificaba con tu nombre y personalidad… y lo que no. Estamos convencidos de que
Cada día que pasa siento mayor aversión a las idealizaciones. Y es que de las idealizaciones nacen las ideologías y su “consecuente” proselitismo, pero también las expectativas y su “consecuente” desengaño. Es un pez que se muerde la cola. Vivir en la desazón nos lleva
Si bien es cierto que cuando hay vocación la convicción es obligada, y, consecuentemente, el esfuerzo debe estar presente, en la mayoría de las ocasiones, la lucha encarnizada es un absurdo despilfarro del ego. Me explicaré. A falta de un dictado en firme de nuestro