La voluntad de cambio
La voluntad de cambio es un elemento nuclear en terapia. Decía una de mis maestras: si no hay gasolina no hay movimiento y sin movimiento no hay cambio ni buen terapeuta que lo sostenga.
No, no vale la curiosidad, las ganas de crecer como persona, las simples ansias de madurar y avanzar… hay que querer cambiar algo, si no, no funciona. Obviamente puede que de entrada no sepamos exactamente qué es lo que queremos cambiar, y por supuesto ni cómo hacerlo, para eso está el proceso terapéutico. Un proceso que siempre parte del mismo punto: la toma de conciencia. No hay impaciente que no venga con una idea preconcebida de qué le pasa y porqué le pasa. Y ese es el primer error de base a corregir. Las raíces de nuestra neurosis, de nuestro malestar son en la mayoría de los casos mucho más profundas de lo que pensamos, lo que implica cuestionar las creencias que arrastramos sobre nosotros mismos. ¿Hay evidencias que las contradicen? ¿Hay contextos o circunstancias que las favorecen? ¿Qué parte de responsabilidad tengo yo en fortalecer esa creencia limitante? ¿Qué puedo hacer para cambiar esa dinámica? ¿Cómo pasar de la culpa a la responsabilidad?
Todas estas son algunas de las preguntas que nos ayudarán a cambiar, pero insisto, siempre que haya una voluntad de partida por parte del implicado en ese sentido. Nadar y guardar la ropa, seguir en mi zona de confort (= Mejor malo conocido que bueno por conocer) y envolverla en el celofán de “Estoy en ello.” no vale.
Una vez sea consciente de lo que siento, de lo que me pasa, será interesante averiguar si eso se me repite. Porque siempre se repite. Las asignaturas emocionales pendientes se repiten y repiten hasta que seamos capaces de cambiar la gestión de la energía. Básicamente cuando se trata de temas relacionales lo que buscaremos será dejar de tragar quina y/o cometer “sincericidios” para poder ventilar/expresar con creciente equilibrio nuestras necesidades.
En fin, que sin gasolina (voluntad de cambio) no andaremos lejos. Sólo cuando la incomodidad es suficientemente notable podemos aprovechar el proceso terapéutico en toda su magnitud. Lo otro no es más que un engaño, y lo más penoso es que sea compartido con el terapeuta.
Ni consuelos, ni consejos, la terapia es acompañamiento en el sentir, el reflexionar, y si me apuráis, en el ser.
Más Podcasts en Spotify Terapia Existencial
Foto de Linus Nylund en Unsplash