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La alegría

La alegría por fin es también una de las cuatro principales emociones junto con la rabia, el miedo y la tristeza.

La verdad es que se me hace difícil hablar de la alegría. Parece como si de las cuatro esta fuera la emoción más vacía de contenido “filosófico”.

Me viene el decir que la alegría es la ausencia de rabia, miedo o tristeza. La veo más como ausencia que como esencia, un estado de despreocupación en el que todo es presencia. La alegría es para mi el vivir el aquí y ahora sin resonancias del pasado ni el futuro, un puro saber estar, saber ser sin elucubrar.

Me viene el decir que la alegría es un sentimiento muy próximo a la verdadera meditación en el sentido de que apela a una profunda conexión con la vida, con el otro, sin que medie necesariamente el límite del ego.

La alegría es algo universal, incontenible en un molde preconcebido de razones. La alegría, la alegría de vivir, es pura vivencia. No se puede explicar sin que esta se esfume. Es como el fin de un camino flanqueado por la rabia, el miedo y la tristeza, que siguen ahí, pero ya no perturban.

Tiene la alegría en mi opinión ese cariz del zen de las pequeñas cosas, en el que paradójicamente la plenitud y el vació, el todo y la nada, tienen cabida. Por lo dicho, porque no hay molde que la oprima.

Uno está alegre porque sí, o no está alegre. La alegría condicionada por lo que sucede no es más que un sucedáneo.

Por lo demás, creo que hay un nivel de alegría en buena parte hereditario en todos nosotros. Famoso es el experimento de dos grupos, uno agraciado con la loto, y otro perjudicado por el diagnóstico de una enfermedad crónica, en los que, pasados tan solo tres meses desde sendas novedades, más del 80% de la gente había vuelto a su mismo nivel de felicidad auto atribuida.

Pero conformarse ahí sería recaer en la tristeza. Por suerte hay una generosa brecha para la mejora. Uno puede entrenarse para la felicidad. Ponerle conciencia a que todos estamos cruzando hacia ella ya es reconfortante. Dejarnos caer en el presente es toda una práctica. Como decimos hay quién tiene más facilidad innata para ello y quién es más torpe, pero como reza el proverbio…

Lo importante no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa.

Foto de Lesly Juarez en Unsplash

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  1. Se dice en el mundo del espectáculo que es más fácil hacer llorar que hacer reír…¿algo aqueja tu alma que no te permite hablar bien de ella?

    Mientras iba leyéndote, percibía disgusto, desprecio, cansancio…escribir de la alegría por acabar la cuarta de tu lista, pero que de buena gana hubieras olvidado.

    La alegría, la pasión producida por el encuentro con el que se ama, una sensación de placer racional, que va más allá del puramente sensible. La alegría es desbordante, y no tiene relación alguna con bienestar material ni físico. Pienso que siempre está unida a la esperanza (así como en la tristeza se da la ausencia de esperanza, algún amigo me ha hablado de falta de ilusión para explicar su tristeza).
    Es tan claro que la alegría es placer espiritual que es en situaciones difíciles para el cuerpo: las mártires de Compiège, que subieron al cadalso para ser guillotinadas cantando en alabanza a Dios, San Dimas, el buen ladrón crucificado junto a Jesús, y tantos mártires…

    Escuchando y observando me he dado cuenta de que algunos ligan su felicidad a un estado tortuoso del alma, que permanece en rabia con aquellos (amigos, padres, hijos…) que no se comportaron como debieron haberlo hecho, o que gozan en una actitud victimista.

    Pienso que la felicidad va asociada a la alegría, y repitiéndome, ya lo dije en el del miedo creo recordar, cuando deposito la confianza en Dios me noto más lejos del miedo y de la tristeza y más cerca de la alegría. (La rabia no me encaja en este grupito, creo que le va más ir con la serenidad)

    Deseo que mi percepción sea errónea y se trate únicamente de que tenías poco rato o estabas cansado

    Feliz fin de festividad de la Inmaculada (¿conoces el milagro de Empel? 07.12.1585: el Tercio viejo de Zamora estaba sitiado en la Isla de Bommel por la escuadra del almirante Filips Van Hohenlohe-Neuenstein. Los holandeses habían abierto los diques de los ríos para inundar el campamento de los españoles. El almirante holandés les propuso la rendición, a lo que contestaron que después de muertos ya hablarían de capitulación. Los españoles empezaron a cavar trincheras y uno de los solados encontró una tabla flamenca con una imagen de la Virgen María Inmaculada. El Maestre de Campo Bobadilla, hizo colocar la tabla en un improvisado altar y dijo a sus hombres que lucharan encomendándose a la Virgen. Esa noche empezó a soplar un aire frío que congeló el río lo que aprovechó el Tercio para atacar y vencer a los sitiadores. El almirante holandés repetía: tal parece que Dios es español. Este es el motivo de que el 8 de diciembre sea el día de la Inmaculada y sea patrona de España)

    1. Gracias como siempre por tu comentario erudito Meri.
      Mi madre se llamaba Conchita y brindo por ella con alegría en este día tan señalado.
      Un abrazo.