La psicología de la estupidez
Magnífico recopilatorio el de Jean François Marmion en su libro la psicología de la estupidez. En él se dan cita desde Kahneman (Premio Nobel “Pensar rápido. Pensar despacio.”) hasta Howard Gardner pasando por no pocos expertos en “el tema”.
Ahí va pues mi resumen, como siempre algo tuneado, de mis principales aprendizajes con su lectura.
Como ya apuntaba Einstein la estupidez tiene dos vertientes. Él decía “Solo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana, aunque lo del Universo no está del todo claro”. Pero también apostillaba “La inteligencia tiene sin duda sus limitaciones, mientras que la estupidez no aqueja esa discapacidad”.
Y es que mientras la estupidez inconsciente nos lleva a la cerrazón y el pensamiento meramente repetitivo, una estupidez mínimamente consciente nos puede llevar a la duda, el pensamiento crítico y mágico o creativo.
Pero centrándonos en el primer caso, en las malas decisiones, esas que nos hacen sentir tristemente estúpidos, la pregunta sería ¿qué factores son los que nos llevan más frecuentemente a decisiones y comportamientos disfuncionales? Repasemos…
- La sobrevaloración del beneficio inmediato sobre el coste a medio/largo plazo. Bueno trabajar entonces alternativas recompensas inmediatas (no contrarias al objetivo principal) que sirvan de avituallamiento interino hasta el logro más mayúsculo.
- La ilusión de control que nos lleva a una fantasía de omnipotencia y caer en falsos sesgos de causalidad simplificando porqués a nuestro antojo y conveniencia.
- La supuesta primacía de la justificación por suerte o mala suerte sobre la tan inconsciente como insistente probabilidad.
- El crédulo gregarismo del “Si todo el mundo lo hace”.
- El falso consenso derivado de una unanimidad sin espacio para la duda y la asertiva opinión de todos.
- La alta competencia auto atribuida o la propia impunidad presumida del “Yo sí sé, a mí no me pasará”.
- El sesgo retrospectivo que alimenta la aludida ilusión de especial competencia. A toro pasado el “Ya sabía yo”.
- El contumaz juicio de relatividad infinita que impide avanzar ni un milímetro porque “Todo depende”.
- El echar las culpas fuera, no aprender de los errores y no responsabilizarnos de lo que sí nos concierne. Etc.
En fin, el que esté libre de todo mal que tire la primera piedra, pero a mi modo de ver bien está saberlo. Porque si bien todos somos estúpidos para alguien, mejor será que lo seamos para quienes realmente más lo son.
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