Pathos, Logos y… Ethos. ¡Pura retórica!
La retórica ha sido despreciada, y así nos lucen los discursos.
La retórica que ya predicaba Aristóteles no es más que el arte de persuadir, a no confundir con el de manipular, engañar o imponer. Hay ahí una intención diferente, muy diferente.
En cualquier caso, sin retórica no hay carisma ni liderazgo comunicacional.
Recordemos que las bases de la retórica son tres:
- El Ethos que hace referencia a la credibilidad enraizada en la experiencia y autoridad moral del orador. Y que indefectiblemente viene también asociada al momento oportuno (Kairós) y público al que nos dirigimos.
- El Pathos que alude a la emoción, único motor de la acción.
- Y el Logos que atiende a la argumentación más racional sobre el cómo y porqué de todo ello.
Sin estos tres mosqueteros la batalla contra el insulto, la patraña y la demagogia está perdida.
Hay que activar el cerebro reptiliano para que el público decida, cambie, se comprometa (Ethos) pero hay que hacerlo tanto desde la razón (Neocortex- Logos) como desde la emoción (Sistema límbico- Pathos)
El profesor Steven Guest nos mencionaba el otro día 7 recursos que nos pueden ayudar en este sentido y que aquí y ahora quisiera yo compartir con vosotros por si queréis adentraros en este arte hoy tan denostado:
- Repite palabras o construcciones.
- Repite sonidos. Las canciones siempre se han hecho fuertes en el estribillo.
- Utiliza contrastes, paradojas que integren o desintegren polaridades.
- No hagas “listas” Agrupa tus argumentos de tres en tres. Fácil de recordar: Sota Caballo y Rey. Tres reyes magos. Padre Hijo y Espíritu Santo.”
- Formula preguntas retóricas que hagan pensar a tu auditorio. Y déjalas en el aire u ofrece tu respuesta tras un largo silencio.
- Acumula Síes y concede a tu conclusión el Sí más obvio y definitivo.
- Apóyate en las figuras retóricas que más te plazcan ya sean metáforas, metonimias, analogías… para ilustrar tu exposición.
Pero lo más importante si queremos añadirle pasión a nuestro discurso, es:
- Animar la voz jugando con el volumen, tono, tempo… y gestión de los silencios que son pedestal para la siguiente frase.
- Dramatizar la expresión facial (mirada, cejas, labios…) en su justa medida para subrayar el mensaje emocional.
- Recurrir al gesto para infundir proximidad y confianza.
Con todo ello, tal vez podamos alargar a más de 240 caracteres nuestro alegato sin que el interlocutor se aburra y cambie de post, red o aplicación.