Me veo en mi dificultad.
Me veo en mi dificultad, en mi diferencia, en mis errores, en mi falta de sensibilidad para con los demás… pero no quiero sentirme inútilmente culpable.
Este es un buen razonamiento de inicio. Una de las grandes aportaciones de la Comunicación NoViolenta radica precisamente en hacernos ver que la culpa es un mal rollo (una explicación degenerativa, una excusa, que no hace más que complicar la cosa) Pero frente a ella el remedio está claro: asumir nuestra parte de responsabilidad y poner en ella todo el foco y energía que haga falta. Ese es el principio “mágico” de crecimiento y maduración personal: transformar culpa en responsabilidad.
Se trata de dejar de ver la paja en el ojo ajeno (o propio) y observar la biga (o la mota) en el propio. No, no se trata de entonar el “Mea culpa” sino el “Estoy madurando. Estoy en ello de verdad. Disculpad las molestias.”
El cambio de perspectiva no es baldío, transformar culpa en responsabilidad lo es todo. Pasamos a transformar lastre en motor. Y no sólo eso, si somos capaces de asumir nuestra dificultad, de sostener la tensión que ella conlleva, de transitar conscientemente el dolor que ello supone, estamos salvados, la compasión lo va a empapar todo.
La ansiedad por desconocer nuestra perniciosa tendencia a sobrevalorar o menospreciar nuestra autoestima o por extralimitar nuestra autoexigencia desaparece. Y la que es debida a no ver al otro en su diferente, aunque igualmente ansiosa dificultad también.
Todos andamos caminos distintos, pero la dirección, el sentido, en términos generales es el mismo.
Ahí toman pleno significado las palabras de Santo Tomás de Aquino en cuanto a que es importante diferenciar lo que uno quiere de lo que cree que debería hacer, y de lo que sabe que tiene que hacer.
La compasión nace de ahí del reconocimiento de nuestra pequeña a la vez que magnifica responsabilidad en crecer, en mejorar sin pretender cambiar al otro, que también avanza en su camino sin necesidad de competencia ni comparación.
“Que cada palo aguante su vela” reza el refrán. A mi me gusta más pensar “Que cada uno haga su camino, sin esperar que el otro lo haga por mí, pero siempre esperanzado de que el otro me acompañe (sin más ambición que esa, la de sentirnos mutuamente acompañados)
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Foto de Susan Wilkinson en Unsplash
El otro día leí algo dicho por un psicólogo, que la ansiedad es la intolerancia a la incertidumbre, y empecé a entender porqué es uno de los males de nuestro tiempo, en el que no se para de repetir lo de si quieres puedes, todo está en tu mano, confía en ti mismo… poder descansar sólo en uno mismo es agotador, y encima cuando dos damos cuenta de los pies de barro de toda esa filosofía la ansiedad es casi inevitable, excepto que percibirse de ello venga dado por haber encontrado la Verdad.
En otro orden de cosas, mientras hacía un poco de gimnasia esta mañana y escuchaba una conferencia sobre la masonería, se me han venido a la mente varias preguntas, todas en torno a lo mismo y de hecho íntimamente ligadas al tema de tu artículo.
Por eso te voy a proponer un tema, si te apetece y te parece adecuado para tu blog, y si ya lo has reflexionado me remites a él (me dices: ves al artículo…del día…;).
Rousseau dijo que el hombre era bueno por naturaleza y era la sociedad la que le corrompía. A mí me surge aquí la cuestión, pero si la sociedad está formada por hombres, y todos son buenos por naturaleza, ¿de dónde surge el mal o la corrupción?
Pues por aquí va el tema
A ver si tus amiguitos se animan a escribir algo, aunque sean cuatro líneas y cueste, como en mi caso, ver la conexión con tus artículos (cuesta verla pero al final se encuentra)
En el próximo, espero hacérmelo venir bien, y te escribiré sobre algo, todavía inconcebible para mí, aunque lo he experimentado a nivel inferior, y he entendido la explicación matemática, sobre una cuerda ciñendo el Ecuador de la Tierra (de 40.075 Km) a la que se le añade un metro de cuerda.
Buenas noches
Mmm… Meri qué desborde de razonamientos soltados así al tropel como quien no quiere (o sí quiere) la cosa!!
En primer lugar gracias por tu comentario y disculpas por el retraso en darle respuesta.
Por partes e intentado sintetizar:
– La ansiedad bajo mi punto de vista tiene dos principales generadores: la diferencia entre la autoestima y la autoexigencia (exigencia/control que en ocasiones se pretende omnipotente y que consecuentemente desborda toda previsión/aceptación) y la diferencia entre lo que siento/pienso y lo que digo/hago. Si la fe, la creencia en Dios te calma la ansiedad eso ya es cosa tuya (o de quién crea)
– Tu referencia al bien y el mal me ha traído a la memoria que el tema de la bondad lo traté en un post del mes de mayo de ahora hace tres años llamado ¿Eres buen@? (Jjjj ya sé que la @ te pondrá furiosa, pero… 😂😂) Échale un ojo y comentamos si te apetece. Por lo demás estoy con Rousseau en que la constante comparación, desigualdad y competencia invitan a la corrupción, envidia y maledicencia, sino “maldad” en términos más ético/morales. Quiero creer que los hombres nacen buenos por naturaleza.
– Finalmente por lo que se refiere a la participación en comentarios yo no dejo de invitar a todo el mundo a que lo haga. No doy ni un solo curso en el que no mencione lo agradecido que le estaré a quién opine sobre lo que escribo, pero parece ser que mi poder de persuasión es muy muy escaso. 😅😂
Interesante lo que dices.
En cuanto a la creencia en Dios me calme la ansiedad…no me lo había planteado. En general no padezco de ansiedad (creo que ni en general ni en particular). Simplemente conozco la existencia de una realidad que incluye a Dios. ¿Sería más fácil fantasear que nada existe, que todo es un sueño, que nada tiene consecuencias, que no hay gozo, placer, dolor, pena..? puede ser, pero cuando me levanto por la mañana y bebo mis vasos de agua, y trascurre una hora y mi cuerpo me avisa que si no voy al wc voy a explotar, resulta muy difícil negar la realidad. Negarla no hace que deje de existir.
Buscaré ¿Eres bueno?
y en cuanto a tus compis se me antojan un poco vagonetas quizás…o igual han llegado a ese nivel del zen, o del nirvana o de la iluminación, que les hace creer que nada sentirás si comentan o si no comentan, y puestos a ello, economizan energía
Ya te digo, Dios es uno de los ansiolíticos más populares.
Si no la padeces tal vez sea porque a Él te encomiendas.