Skip links

Siembra vientos y recoge tempestades. Gestión de Conflictos

Siembra vientos y recoge tempestades reza uno de los mejores refranes vinculado a la gestión de conflictos.

Y es que es verdad, dime dónde te colocas y te diré de dónde te caen los palos.

Desde una perspectiva de Análisis Transaccional, el perdernos en el rol de Padre significa aleccionar al otro y automáticamente posicionarlo como Niño, o, provocar que el otro compita de Padre a Padre por definir la verdad sobre lo que es justo e injusto. Cosa que no es mejor ni peor que el jugar a Niños discutiendo “quién empezó todo”.

Frente a los repetitivos roles de Padre y/o Niño sólo hay una solución: no perder nuestro centro Adulto de mirada fenomenológica y compasiva para que medie entre nuestra propia vulnerabilidad y autoridad, y sólo así pueda dar respuesta ejemplarizante cuando de fuera nos llegue “invitación a entrar al trapo, a entrar en neurótico juego psicológico”

La cosa no es sencilla, y para ilustrarlo dejadme que os ponga un ejemplo.

Abel acude al Maestro quejándose de que Caín le ha pegado. Caín argumenta que antes Abel le ha insultado.

Y es que Caín no le pasaba la pelota y de ahí que sea visto por Abel como un estúpido egoísta. Abel aprendió de su padre que lo importante son las personas, que un equipo no es un equipo si no se abre juego y todos participan en la victoria o la derrota.

Pero Caín tuvo otras enseñanzas. Su padre le dejó claro que si uno quiere avanzar tiene que esforzarse al máximo, orientarse a la tarea e intentar ser el mejor para poder echarse el equipo a las espaldas cuando la situación lo requiera.

Debatir de quién es la culpa es en este sentido enzarzarse en un debate kármico que nos podría llevar hasta el pecado original. Mejor quedarnos entonces en el aquí y ahora y apelar a nuestro Adulto sin juzgar, sólo con el ánimo de aclarar y apaciguar.

¿Quién tiene razón? ¿Qué es lo justo? ¿Quién lo empezó todo? Son preguntas muchas veces sin sentido. Una buena respuesta sería ver los hechos fuera de interpretaciones, analizar los sentimientos que estos han generado en ambos participantes, las necesidades y motivaciones que subyacen en esos hechos, y sólo a partir de ahí señalar caminos alternativos al enfrentamiento o desahogo de pasiones infantiles o no tan infantiles (Y si esto no fue posible en el patio del colegio cuando éramos niños, que lo sea de adultos cuando tropezamos con un agravio)

¿Cuántas riñas, debates o guerras no han empezado por sentir que se está atacando lo que es justo, o en defensa de una pretendida provocación previa?

Dejemos de luchar, dejémonos en paz. Menos “justicia” y más pericia. Que el viento sea suave, ligera brisa aliento de vida.

Foto de Nsey Benajah en Unsplash

Leave a comment

  1. Me parece a mí , que el dicho no va por ahí…pero no discutiremos por eso…

    Uno de los grades males de nuestro tiempo, causa de tantos trastornos del estado de ánimo (ansiedad, depresión, el peor: la desesperanza…) de suicidios, de tristeza…es no tener algo por lo que luchar, por tanto luchemos por lo que vale la pena y démosle sentido a la vida

    1. Ahí la has dao!! Totalmente contigo y con Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido.”